sábado, 30 de enero de 2010

Lloro


Ante ese desnudo inesperado para mí, empecé a llorar, todo me recordaba a él, estaba en todas partes. Al ver la fotografía de cuando era pequeña, que fue lo primero que vio al entrar en mi habitación la primera vez que lo hizo, las palabras que pronunció junto a su voz, me vinieron tan rápido como cae un relámpago del cielo al suelo, como si su voz se hubiera quedado atrapada en esos pocos metros cuadrados. No era lo único que tenía allí de él, un escrito que hablaba del paso del tiempo, queramos o no este siempre pasa, al final del escrito un esquema de un gato, el que había dibujado porque el escrito me recordaba a él y yo siempre le decía que era como un gato porqué a veces parecía que ronroneaba cuando estaba conmigo abrazado y lleno de alegría. También conservaba su olor la camiseta que me dio el primer día que dormimos juntos igual y no podía evitar dejar vacío el lado de la cama en el que él había dormido. Todo esto me hacía llorar sin poder parar, me venían loso recuerdos de todas las cosas vividas junto a él, todo lo que había hecho por mí y no dejaba de preguntarme porqué lloraba de esa manera cuando era yo y no él, el que había puesto fin a la relación, porqué me venían unos recuerdos que creía haber enterrado en cuando le dije cuídate.
Pero aunque eso quería pensar, mi corazón no lo quería sentir y seguía dañado y mostrando toda su pena durante toda la noche, sin dejarme dormir, igual que a la noche siguiente y al igual que seguramente pasarán durante muchas noches porque de día tampoco consigo ahogar las lágrimas, todo es motivo para llorar, todo me recuerda a él y todo me hace pensar que me equivoqué de decisión, porque le quiero y eso lo sabía, pero no estaba enamorada o eso creía.

Lloro y aún sigo haciéndolo recordando que perdí a la persona a la persona que más he querido y la que más a sentido por mí, la que me dio apoyo cuando los demás me daban la espalda, lloro por haber apagado mi corazón cuando él lo dejaba encendido para llenarnos a los dos, porque por no hacerle más daño he conseguido lo contrario y a demás me he estoy haciendo daño a mí. Lloro porqué sé que no voy a encontrar a nadie mejor que él, porque no veo a nadie como aún le sigo viendo cuando me acuerdo de él, porque no quiero a ningún chico ya que veo que no es él y si no es él yo no quiero nada. Lloro por mi estupidez, por haber hecho todo lo que he hecho y no ser capaz de agachar la cabeza, lloro por no saber que hacer en un momento como este, de duda. Lloro porque sé que eran ciertas sus palabras cuando me decía que no iba a encontrar a nadie que me quisiera más que él y lloro porqué sé que él piensa tantas cosas erróneas como que puedo encontrar la felicidad mientras no esté a su lado, como que valgo demasiado para él, cómo que él no es nada y yo demasiado. Y sigo llorando porque me vienen recuerdos y su voz me susurra al oído sin que esté él y también porque me duele escribir cuando siempre me ha ayudado.

Lloro porqué le dije adiós y le perdía para siempre.

Fuerza


Tenía la certeza de que me habían vuelto las fuerzas, no sabía en un principio cómo, ya que las había perdido completamente cuando murió el ser más querido para mí, mi pequeña. Pero ahora vuelvo a notar que las he perdido y sólo hago que recordar para llorar y seguir llorando, aunque me niegue, los recuerdos no dejan de bailar en mi cabeza, como si se estuvieran divirtiendo mientras las lágrimas me caen mejilla abajo empapando, a ratos la almohada, a ratos los tejanos.

Y como suele ocurrir cuando estas cosas pasan, me pregunté en que momento me habían fallado, en que momento perdí el control de mí y lo encontré. Todo empieza con una relación, al principio todo era pasión, los dos sabíamos lo que el otro sentía y eso era motivo más que suficiente para sonreír a la vida sin importarnos nada más en el mundo, así que solo existíamos él y yo. Pero todo lo que empieza acaba y saltando los malos momentos llegamos a la parte en que yo me vuelvo fría y distante, él más preocupado por mí, por no perderme y yo más preocupada en perderle de vista porque ya no sentía ese amor que había sentido meses atrás, a lo que llevaba a más discusiones, siempre sin gritar ya que los ahogábamos dentro de nosotros, pero un día llegó, dos gritos, sólo dos y entonces dentro de mí puse fin a lo que había sido otra bonita historia de amor. Le miraba sin sentimiento, no le daba beso y si lo hacía era después de que me insistiera y sólo lo hacía por obligación ya que no sentía que le tuviera que dar uno, él sufría cada día más y yo sentía cada día menos.

Entonces llegó el día del adiós, lo gracioso es que no tuve que decir nada cosa que a mí ya me iba bien porqué jamás he tenido facilidad de palabra, sentía que tenía dominada la situación, había derramado dos lágrimas, una por cada ojo, pero nada más, seguía con un corazón fuerte y helado, sin que las palabras de él me dañaran como tendrían que haber dañado. Nos separamos y entonces llegó la soledad de mi habitación y ahí, en ese momento, en cuanto crucé esa puerta, perdía todas las fuerzas que me quedaban, quedándome desnuda ante el mundo.