
Hacía dos días que habíamos quedado en el mismo lugar del bosque, donde nos conocimos. La hora, las 12 de la noche, la hora en la que nos conocimos. El tiempo había pasado muy rápido desde nuestro primer encuentro, donde yo estaba sentada en la roca llorando y tu me dijiste que no llorara más.
El reloj marcaba las 11:45, sabía de sobras que aún no era la hora y que llegaba muy pronto, pero sabía que no podía hacer otra cosa en ese momento, solo podía volverme a sentar en aquella roca donde tantas veces habíamos observado el infinito en silencio, tu tocando la armónica, yo con los ojos cerrados disfrutando de esa melodía que hiciste para mi.
Ahora miraba el reloj que me regalaste el mismo día que me conociste y recordaba tus palabras:" el tiempo siempre pasa y eso no lo puedes cambiar". Alargaste tu mano y me mostraste el reloj de bolsillo abierto, marcaban las 12.
El tiempo fue pasando hasta marcar las 11:55
Me levanté, tiré el reloj al suelo y me fui corriendo, no sabía que me pasaba, pero no te podía ver. Sé que tu sabrás el motivo, aunque yo no. Sé que recojerás el reloj y lo guardarás en el bolsillo, esperando a que el tiempo pase.
Todo a 5 minutos de la cita
Y la clave está en " el tiempo siempre pasa y eso no lo puedes cambiar". Me ha gustado mucho. Un beso.
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